Quique Bonal: Guitarra Eléctrica, Banjo
Charlie Cepeda: Guitarra Electroacústica, Guitarra Barítona, Lap Steel
Me he propuesto cada año asistir al menos a uno de los conciertos del ciclo. Ya lo he dicho en anteriores ocasiones: es un lujo poder
disfrutar de un concierto en un entorno espectacular como son los Jardines del
Real Alcázar a un precio tan popular como 5€. Si además la temperatura es de
unos maravillosos 25ºC…¿qué más se puede pedir?. Buena compañía, por supuesto, y
ayer la tuve. Hay que felicitar a la organización (Actidea) y a quien
corresponda por mantener esta oferta cultural año tras año, verano tras verano,
con un nivel más que aceptable y con una respuesta de público espectacular (95%
de aforo vendido hasta la fecha, en 7 semanas de conciertos diarios).
Aunque en el programa hay música de todo tipo, al final la
cabra tira al monte y lo que busco suele ser guitarra. Con ese impulso, un acto
brilla con luz propia: la colaboración de dos grandes guitarristas locales como
Quique Bonal y Charlie Cepeda. Para quienes no los conozcan, decir al menos que
el primero fue quien ocupó el puesto de Lolo Ortega en la Caledonia cuando éste
se fue a grabar con Kiko Veneno y el segundo es, precisamente, gregario de Kiko
Veneno y guitarrista espectacular desde chinorri. Es un matrimonio de conveniencia,
todo hay que decirlo. Grandísimos guitarristas, especialistas en blues, pero
que han buscado hacer un programa atractivo con un pretencioso recorrido por los
diferentes estilos guitarrísticos de la música norteamericana en el siglo XX. Esto
los lleva a tocar estilos e instrumentos que no son su fuerte pero que, con su
buen hacer, y tirando de clásicos inmortales, cubren el expediente con nota.
Encuentra en la siguiente sopa de letras 8 estilos 8 que se
pudieron escuchar anoche en el concierto.
Lo de introducir las canciones y dirigirse a la audiencia
tampoco es lo suyo. Pero bueno, lo importante son las guitarras. Las “cuerdas
pulsadas” como decía el programa. Entre ellos hay buen rollo y, a veces,
aparecía el feeling (o duende, que diríamos aquí). El programa es lo
suficientemente variado (y breve) como para que el concierto pase en un
suspiro. Nos ha permitido escuchar instrumentos tan maravillosos como el banjo
o la lap steel y nos lo hemos pasado bien (sobre todo los guiris). El año que
viene, más.
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