Estadio Olímpico
Bruce Dickinson: Voz
Steve Harris: Bajo
Dave Murray: Guitarra
Adrian Smith: Guitarra
Janick Gers: Guitarra
Nicko McBrain: Batería
Yo, he visto cosas que vosotros no creeríais. Tatuajes derretirse como mantequilla en una sartén. He visto 15.000 pollos apiñarse en un gol norte. Oro líquido en macetas de 9 leuros. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia...salvo que lo escriba en el blog.
Bueno, empecemos con la organización. Hay que ser muy cabrón para meter a tanta gente en un espacio de pista tan reducido. Estoy acostumbrado a los apretujones pero lo del concierto de Maiden pasó de castaño oscuro. Con todo un Estadio Olímpico disponible...echad el escenario 20 metros más atrás. Miserables, que sois unos miserables. Claro, es que así el alquiler es más caro pero, a 84 pavos la entrada, yo creo que está más que pagado. De todas formas yo vi el concierto en pista en una posición privilegiada. Lo vi claro y me adelanté a todos. No contaré el secreto.
Vamos ahora al ambiente. Espectacular. La emoción y las ganas flotaban en el aire. A la sombra del viaducto del Alamillo, cientos de jóvenes y no tan jóvenes, de melenudos y calvos, de caballeros y doncellas, bebían, escuchaban música y cantaban, sobretodo cantaban, muchas de las tonadas que sonarían esa noche en apenas hora y media. Navegabas por ese mar de camisetas negras con letras rojas y era como ver un cortometraje de la vida, obra y milagros de ese ser diabólico llamado Eddie, que esta noche se reencarnaría en dios maya.
The warm up corrió a cargo de The Raven Age, grupo del hijo de Steve Harris. Vamos, unos enchufaos. No es que toquen o suenen mal pero el estilo de metal melódico no encaja con los Maiden. No obstante los muchachos se vieron entregados y por momentos consiguieron enaltecer a la audiencia que en ese momento creo que lo que único que deseaba es que entrara Iron Maiden cuanto antes. Pero no sería hasta las 10 de la noche, con puntualidad británica.
Los acordes de Doctor Doctor de UFO empiezan a sonar y ahora, sí que sí, llega el momento. Pequeñas avalanchas, empujones, brazos y puños en alto con el inevitable móvil en el extremo, caras de felicidad...los cinco minutos de canción se hacen eternos, y por fin, cae el telón que deja ver ese escenario inspirado en la civilización maya, con sus pirámides y todos sus avíos, para empezar el concierto con la épica If Eternity Should Fall. Un Bruce Dickinson en envidiable forma corretea por el escenario enfundado en...¡un forro polar!...¿está majara o qué?. El espectáculo es el espectáculo, y si para empezar el concierto ha decidido que es el mejor atuendo pues, el calor no importa. Parece mentira que Dickinson haya sido operado recientemente de un tumor en la lengua. Ahí está, como si no hubieran pasado treinta años del Live After Death. Y están todos: Harris, Murray, Smith, Gers y McBrain. Dicen los puristas a mi alrededor que esto sí es Maiden de verdad y no lo que vino a Dos Hermanas en el 98.
Aunque no he querido ver previamente el setlist, sé de buena tinta que tocan todas las noches el mismo repertorio. El show está ensayado al milímetro y no hay sitio para la improvisación. Entiendo que si te apoyas en una escenografía muy cuidada y currada, no puedes estar cambiándola noche tras noche. Pero bueno, no importa demasiado habida cuenta de que no voy a volver a verlos en esta gira. De hecho es la primera vez que veo un concierto de Iron Maiden. Debo reconocer que empecé a interesarme por ellos muy tarde y en mi juventud eran el blanco de burlas y críticas del sector blusero de la pandilla hacia el sector heavy de la misma. Juegos de niños. Bueno pues parece que el concierto se va a basar en el último disco, cosa que me parece de P.M., ya que es un discazo y están aquí para eso. La gente se lo sabe al dedillo y canta y corea con la misma intensidad que cuando empiezan a aparecer las joyitas del pasado, como Children of the Damned. Aunque cuando suena The Trooper...eso ya es otra cosa. Es ver a Dickinson con la casaca y la Union Jack y todos perder la cabeza. Un éxtasis que ya no decayó hasta que terminó la siguiente Powerslave. "Screeeaaam for me Seville!!!". Muy emocionante.
Es en The Book of Souls cuando Dickinson se conjura a los dioses mayas ante un humeante caldero consiguiendo que aparezca en escena el Eddie de la portada, de más dos metros, con taparrabos, obsceno, amenazando a todos con un hacha...¡hasta que Dickinson le arranca el corazón y lo lanza al público!. Muy teatral y divertido. A partir de aquí se enfila la recta final con un también muy emocionante Fear of the Dark y que acaba con el tema que da titulo a canción, álbum y grupo. Todo un clásico.
A estas alturas ya está todo el mundo exhausto. El calor y la emoción hace mella pero sabemos que queda un bis, que tiene que ser muy especial. No puede empezar mejor, con ese tributo a la bestia, 666 que jalea todo el mundo para seguir con una también épica Blood Brothers y terminar con otro clásico pero que, no sé, no me parece la mejor forma de acabar un concierto como este. En fin, acabó todo. Lo hemos pasado bien y la gente parece contenta en general. Una asignatura menos. Peste de organización, aunque el desalojo del estadio ha sido el más limpio y rápido que he visto en mi vida.
If Eternity Should Fail
Speed of Light
Children of the Damned
Tears of a Clown
The Red and the Black
The Trooper
Powerslave
Death or Glory
The Book of Souls
Hallowed Be Thy Name
Fear of the Dark
Iron Maiden
---
The Number of the Beast
Blood Brothers
Wasted Years