Herbie Hancock: Piano, Teclados
James Genus: Bajo
Lionel Loueke: Guitarra, Voz
Gregoire Maret: Armónica
Kendrick Scott: Batería
Un año más, es el mes de noviembre cuando tenemos la oportunidad los sevillanos de ver figuras del jazz de primer orden, aún cuando el programa de los teatros Maestranza y Central están habitualmente lejos de la calidad y cantidad del vecino Teatro Cervantes malagueño, al menos en cuanto a jazz se refiere.
Aunque asegura que ha tocado en Sevilla tres o cuatro veces, es la primera vez que tengo la oportunidad de ver a Herbie Hancock. Se presentaba en el moderno y hermoso Teatro de la Maestranza con una formación poco usual, por la inclusión del armonicista Gregoire Maret, el cual tuvo el mayor protagonismo de cuantos músicos pisaban el escenario, incluido el propio Herbie. Ya lo conocía de haberlo visto en el Pat Metheny Group, mas del resto de componentes de la banda no tenía ninguna referencia.
El repertorio fue breve en cuanto a número de temas pero no así en cuanto a la duración del show, que si no me equivoco se alargó hasta las dos horas y media. H.H. comunica mucho con el público y con bastante sentido del humor, aunque los chistes a menudo sean más bien malos. Parece que el nivel de inglés de la audiencia era bastante aceptable, ya que reían las gracias en el momento oportuno. Comenzó el set con “Actual Proof”, de los tiempos de Head Hunters, dando la impresión de que que el repertorio iba en la línea funky. La cosa se calmó un poco continuando con “Speak Like a Child”, de su etapa con Miles Davis, y una composición al parecer de Wayne Shorter titulada “V” (de “Visitor” como bromeaba Hancock). En este primer tercio del concierto ya pudimos recrearnos en varias ocasiones con el virtuosismo de Gregoire Maret. Tocar un instrumento como la armónica cromática es poco agradecido en cuanto a las poses que obligaba adoptar a nuestro amigo. Por otra parte uno no puede evitar en ciertos momentos pensar en el “afilaor” del barrio.
A continuación se presenta una composición del guitarrista Lionel Loueke, denominada “Seven Teens” y que tiene su gracia en el título pues es una compleja composición en 17/4. No acaba aquí su protagonismo pues continúa con una pieza en principio improvisada donde también improvisa en la voz al más puro estilo Mike Patton. Es el turno ahora de Hancock sólo al piano en una pieza también improvisada creo. Hasta aquí el grueso del concierto, poco uniforme en cuanto a estilos y composiciones, pero lo suficientemente agradable como para que hayan pasado casi dos horas sin darnos cuenta.
Y de pronto el riff que todo el mundo reconoce. El superhit que han popularizado US3 y varios anuncios de televisión: Cantaloupe Island. Esto es apostar a caballo ganador, ya lo sé, pero me da igual. Me hubiera ido del concierto insatisfecho si no la hubiesen tocado. Es de estas canciones que podría estar sonando 30 minutos ininterrumpidamente y no me cansaría de ella. Se despiden de la audiencia, no sin antes dejar programada la intro del tema que sonaría como bis y fin del concierto: la también previsible Chameleon. Aparece Hancock con uno de esos teclados colgados que usan los teclistas para sentirse guitarristas por unos minutos. Empezamos con funky y terminamos igual. Con una sucesión de (innecesarios) “duelos” entre Hancock y el resto de instrumentistas llegamos al fin de la velada. Hasta la próxima ocasión, con otra banda distinta a buen seguro. Satisfecho.
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