lunes, 23 de febrero de 2009

¿Dónde está Rockberto?

Ya se ocultaba tras una maraña de marihuana en la portada del anterior disco, pero esta vez se oculta, o lo ocultan, de su trono como voz de Tabletom. Es significativo y en gran parte decepcionante que en más de la mitad de los temas del disco, la voz de Roberto sea testimonial. Entre el cada vez mayor protagonismo de los hermanos Ramírez en la voz, colaboraciones Delinqüentes y largos desarrollos instrumentales, al gran Rockberto lo están jubilando parcialmente. Esta tendencia se apreciaba cada vez más en los directos y va camino de convertir a Tabletom en algo distinto de lo que era. Ni mejor ni peor, distinto. Pero, ¿podría Tabletom subsistir sin Roberto?. Creo que no. Curioso que en el disco se alardee de "Producto 100% Tabletom". En lo musical continua la línea del anterior "7000 Kilos": complejos desarrollos instrumentales, virtuosismo, letras de Juan Miguel González...conformando un disco soberbio, de los que ya no se hacen, al menos por estas tierras. Y es que Tabletom son muy grandes. Es una pena que no tengan un reconocimiento mayor como se merecen. Siempre he pensado que con una promoción como la que disfrutó en su momento el Koala, temas como "El reggae del amor", "Paco" o "El vampiro" serían un pelotazo. Pero parece que están condenados a un ámbito poco más que local aunque no les faltan fieles seguidores. Al menos mientras siga Rockberto al pie del micro.

Y ahora un poco de memoria. Conocí a Tabletom a través de un casete que me pasó un compañero en la facultad, allá por el año 92. Su descripción fué: "parecen unos catetos pero son unos músicos del copón". El disco en cuestión era "Inoxidable" y lo grabé en la cara B de una cinta compartida por "Échate un cantecito" de Kiko Veneno. Escuchaba esta cinta a todas horas y me volví adicto. Pude verlos por primera vez en directo cuando vinieron al Fun Club poco después (¿alguien recuerda la fecha exacta del concierto?) y después en varias visitas a la feria de Málaga donde son practicamente fijos todos los años, en el Espárrago, más veces en Sevilla... y es en estos conciertos donde he podido ver cómo las voces de los Ramírez cobran cada vez mayor protagonismo. La verdad es que si no te conoces las letras es imposible entender una sola palabra a Roberto en directo. Pero hay que verlos. Pocas veces puedes disfrutar de tan buenos musicazos juntos en un escenario. Y pocas veces disfruta uno tanto como berreando esas letras tan geniales y viendo a ese personaje que es Roberto González. Un gustazo.