sábado, 7 de agosto de 2010

Crónica de una muerte anunciada

Hoy me he deshecho de todas mis cintas de casete. El pequeño necesita cada vez más espacio vital y era cuestión de tiempo que fueran al cubo de la basura. Sabía que este momento llegaría un día u otro así que ya me había preparado mentalmente, pero no ha evitado que me hayan venido a la mente tantos y tantos buenos recuerdos mientras separaba religiosamente plástico de papel. Y es que no sólo se trataba de reciclar, sino de despedirme una por una de todas ellas. Finalmente he indultado a unas cuantas. Por su valor sentimental, porque por lo demás no tienen valor ninguno. Son todas cintas grabadas que o bien tengo el disco original en vinilo o CD o bien son grabaciones de la radio o de algún lejano bootleg que hoy día es fácil de conseguir en la red.
Por mis manos han ido desfilando las TDK (la mejor relación calidad-precio), Basf (las peores), Maxell, Sony, That’s (las más raras), Philips, Scotch, Panasonic, Agfa, Fuji, … normales (las baratas), de hierro (las buenas), de cromo (las de lujo), de metal (las robadas), … de 60 (para discos muyyy largos), de 90 (las ideales), de 120 (no recomendadas), … transparentes, opacas, de colores. La mayoría sin mucho esmero, otras con su curro gráfico, muchísimas con las carátulas recortadas del Discoplay, en algunas los créditos del LP original. Y es que, sobre todo en los últimos tiempos, uno cada vez le daba más importancia a la portada, los créditos, los músicos que venían en el LP original, y quería tenerlos aunque fuera escrito a boli en el cartón de la cinta. En definitiva, si no tengo dinero para comprar el disco original, que mi cinta se parezca lo máximo posible.
Hasta hace un año, en mi coche el reproductor de música era de casetes, así que a todas les di una última pasada, sistemáticamente, una a una, en los trayectos al trabajo. Así descubrí que muchas estaban deterioradas (las Basf, claro), otras la calidad dejaba mucho que desear, algunas se liaban y murieron, y entre las que aún sonaban bien pues redescubrí discos que hacía años no escuchaba y descubrí autenticas bazofias que no me explico cómo llegaron un día a gustarme. Mención especial para las cintas de conciertos grabadas de la radio con locutores lamentables que reventaban la escucha. Sálvense algunos de Radio 3 y Canal Sur.
Ahora, con coche nuevo, sin pletina en casa, ni walkman, y con el peque empujando con sus trastos, ha llegado el momento de decirles adiós y gracias por todo.