domingo, 23 de noviembre de 2008

Five Peace Band, Málaga 17/11/2008

Teatro Cervantes. 23 Festival Internacional de Jazz

Chick Corea: Piano, Teclados
John McLaughlin: Guitarra
Christian McBride: Bajo
Kenny Garrett: Saxo
Vinnie Colaiuta: Batería

Por enésima vez toca viaje relámpago a Málaga para no perdernos un evento irrepetible (mayores barbaridades hemos hecho). En esta ocasión se trataba del nuevo proyecto de Chick Corea con John McLaughlin denominado Five Peace Band. Esto es, los dos maestros secundados por los no menos maestros Kenny Garrett al saxo, un sobradísimo Christian McBride al bajo, y el terror de las catholic girls el gran Vinnie “toco_con_quien_haga_falta” Colaiuta a la batería.

Comienza el set en plan acústico con Corea y McLaughlin interpretando a dúo el standard “Some Day My Prince Will Come”. Aquí empezamos a percibir trazos de lo que con posterioridad se desarrollará ampliamente. Y digo a percibir, que no ver, porque desde mi posición me daban la espalda. Afortunadamente solo fue el principio. Inmediatamente sale el resto de la banda e inician una enérgica composición de McLaughlin denominada “Raju”. La mano derecha de John vuela punteando las cuerdas, McBride se ha colgado un bajo eléctrico y nos da una idea de lo que sería capaz de hacer en una banda de rock, Garrett se asoma de vez en cuando y deja claro que podría ser quien manda si él quisiera y Colaiuta desconcierta a cualquiera que no lo conozca sobre si lo suyo es el jazz o el rock. A continuación se presenta “The Disguise”, una composición de Corea especialmente para esta banda, mucho más relajada que el tema anterior y donde Corea toma más protagonismo, aunque no excesivo. De hecho diría que en todo concierto es el que menos se prodiga en su instrumento. Sin prisa pero sin pausa viene ahora otra composición de McLaughlin “New Blues Old Bruise” que nos conduce a la joya de la noche: la suite “Hymn to Andromeda” de Chick Corea (le tocaba el turno, claro). Un tema éste en varios movimientos que pasan por distintos estilos y que, sin conocerlo, al finalizar algo te dice que has escuchado algo muy grande. Habrá que revisitarlo en algún bootleg que haya por ahí. Entre bromas presentan e interpretan ahora un blues de Jackie McLean denominado “Dr. Jackle” donde McBride y Garrett literalmente se salen, para finalizar el set con “Señor C.S.”, de McLaughlin y perteneciente al álbum “Industrial Zen”, al igual que la anterior “New Blues Old Bruise”.

Tras esta pieza, se despide la 5PB para volver con un muy breve bis, donde interpretan el clásico “It’s About That Time” de Miles Davis (me consta que en otras ciudades han tocado la pieza con “In a Silent Way”), pero se ve que iban con prisas, aunque el concierto ha pasado de las dos horas. Y dos horas precisamente es lo que nos queda de camino de vuelta a Sevilla, así que no perdemos mucho tiempo, el justo para comentar el concierto con el amigo liZtero José Luis a quien tuve el placer de conocer junto a su pareja. Una saludo JL, y espero que volvamos a coincidir en otro sarao de estos.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Herbie Hancock, Sevilla 01/11/2008

Teatro de la Maestranza. Ciclo Grandes Intérpretes

Herbie Hancock: Piano, Teclados
James Genus: Bajo
Lionel Loueke: Guitarra, Voz
Gregoire Maret: Armónica
Kendrick Scott: Batería

Un año más, es el mes de noviembre cuando tenemos la oportunidad los sevillanos de ver figuras del jazz de primer orden, aún cuando el programa de los teatros Maestranza y Central están habitualmente lejos de la calidad y cantidad del vecino Teatro Cervantes malagueño, al menos en cuanto a jazz se refiere.
Aunque asegura que ha tocado en Sevilla tres o cuatro veces, es la primera vez que tengo la oportunidad de ver a Herbie Hancock. Se presentaba en el moderno y hermoso Teatro de la Maestranza con una formación poco usual, por la inclusión del armonicista Gregoire Maret, el cual tuvo el mayor protagonismo de cuantos músicos pisaban el escenario, incluido el propio Herbie. Ya lo conocía de haberlo visto en el Pat Metheny Group, mas del resto de componentes de la banda no tenía ninguna referencia.
El repertorio fue breve en cuanto a número de temas pero no así en cuanto a la duración del show, que si no me equivoco se alargó hasta las dos horas y media. H.H. comunica mucho con el público y con bastante sentido del humor, aunque los chistes a menudo sean más bien malos. Parece que el nivel de inglés de la audiencia era bastante aceptable, ya que reían las gracias en el momento oportuno. Comenzó el set con “Actual Proof”, de los tiempos de Head Hunters, dando la impresión de que que el repertorio iba en la línea funky. La cosa se calmó un poco continuando con “Speak Like a Child”, de su etapa con Miles Davis, y una composición al parecer de Wayne Shorter titulada “V” (de “Visitor” como bromeaba Hancock). En este primer tercio del concierto ya pudimos recrearnos en varias ocasiones con el virtuosismo de Gregoire Maret. Tocar un instrumento como la armónica cromática es poco agradecido en cuanto a las poses que obligaba adoptar a nuestro amigo. Por otra parte uno no puede evitar en ciertos momentos pensar en el “afilaor” del barrio.
A continuación se presenta una composición del guitarrista Lionel Loueke, denominada “Seven Teens” y que tiene su gracia en el título pues es una compleja composición en 17/4. No acaba aquí su protagonismo pues continúa con una pieza en principio improvisada donde también improvisa en la voz al más puro estilo Mike Patton. Es el turno ahora de Hancock sólo al piano en una pieza también improvisada creo. Hasta aquí el grueso del concierto, poco uniforme en cuanto a estilos y composiciones, pero lo suficientemente agradable como para que hayan pasado casi dos horas sin darnos cuenta.
Y de pronto el riff que todo el mundo reconoce. El superhit que han popularizado US3 y varios anuncios de televisión: Cantaloupe Island. Esto es apostar a caballo ganador, ya lo sé, pero me da igual. Me hubiera ido del concierto insatisfecho si no la hubiesen tocado. Es de estas canciones que podría estar sonando 30 minutos ininterrumpidamente y no me cansaría de ella. Se despiden de la audiencia, no sin antes dejar programada la intro del tema que sonaría como bis y fin del concierto: la también previsible Chameleon. Aparece Hancock con uno de esos teclados colgados que usan los teclistas para sentirse guitarristas por unos minutos. Empezamos con funky y terminamos igual. Con una sucesión de (innecesarios) “duelos” entre Hancock y el resto de instrumentistas llegamos al fin de la velada. Hasta la próxima ocasión, con otra banda distinta a buen seguro. Satisfecho.